Dado que el 14 de febrero es el Día de los Enamorados, el amor es el tema apremiante encima de la mesa. Si bien disfruto complaciéndome con la estética romántica de la festividad, creo que las concepciones occidentales del Día de San Valentín no consiguen poner suficiente énfasis en el amor entre amigos, y es ahí donde entra la importancia de regalar una carta de San Valentín para amigos.
Esto probablemente se deriva del estándar social de la familia nuclear, que refuerza la norma de que el matrimonio ha de ser la pieza central de nuestra vida adulta. Como resultado, el amor romántico de forma frecuente se defiende como el pináculo de todas y cada una de las formas de amor.
Sería un fallo negar el poder del romance, pero al ser bombardeados con representaciones del amor romántico en los medios, desatendemos el poder de las relaciones de amistad en nuestras vidas. Dado que las aplicaciones de citas como Tinder y la cultura de las citas influyen negativamente en las normas de citas occidentales, el romance puede ser fugaz y vacío.
Sin embargo, hay una gran satisfacción que se deriva del amor profundo entre amigos cercanos. Todos podríamos tomarnos el tiempo para estimar un poco más el amor de amistad en nuestras vidas.
Carta de san Valentín para amigos
Entonces, a mis queridos amigos,
Gracias por todos y cada uno de los recuerdos que hemos podido hacer juntos.
Siempre recordaré con cariño las risas que compartíamos las mañanas tras las noches llenas de acontecimientos, cuando contábamos nuestras diferentes perspectivas de la misma celebración con voces roncas, maquillaje corrido y una risa tan fuerte que nos comenzaba a doler el estómago. Cuando preparábamos nuestro propio desayuno o salíamos a un restorán local y discutíamos alegremente cualquier drama mientras comíamos copiosas cantidades de waffles, huevos y café.
Nunca dejaré de devolver ninguna de sus llamadas de FaceTime que hacen que las distancias de 400 km entre nosotros se sientan más como 2 metros mientras charlamos durante horas por teléfono. Llamadas donde escuchas pacientemente todas y cada una mis historias de largo aliento mientras que te las cuento de la manera más ferviente y no lineal posible. Llamadas en las que nos despotricamos sobre nuestras peores clases, compartimos nuestros objetivos a corto y largo plazo y charlamos sobre todos nuestros elaborados planes de futuro.
Siempre transmitiré las listas de reproducción que hemos hecho juntos. Es una actividad simple, pero es una que nos une a todos mediante nuestro amor por la música. Compartir música nueva entre nosotros es un lenguaje de amor que dice mucho cuando nuestras palabras no lo hacen. Escuchar una colección de nuestras canciones preferidas (solo en Spotify, por el hecho de que todos compartimos un resquemor mutuo hacia Apple Music) siempre me va a hacer sentir más cerca de todos ustedes, sin importar lo más mínimo qué lejos estemos.
Siempre voy a apreciar nuestros largos paseos en vehículo juntos, en los que paseábamos por la carretera con nuestras canciones favoritas sonando lo más alto posible. Donde a veces nos veíamos atrapados en el irritante tráfico de la hora pico de la ciudad de Chicago y nos contábamos historias para pasar el tiempo. Estos viajes de manera frecuente se transformaban en viajes a casa a altas horas de la noche, donde todos dormían en la minivan de mi madre mientras yo ponía música lenta tras el asiento del conductor con el volumen bajo para no despertarlos.
Siempre voy a guardar la ropa que elegiste para mí a lo largo de uno de nuestros innumerables viajes de ahorro, donde nos acumulábamos en uno de nuestros autos y visitábamos tantas tiendas como podíamos. Donde sacamos el artículo más feo del estante para decirnos en broma: «Creo que esto te quedaría muy bien». Donde rebotamos unos con otros para inspirarnos en la moda, animándonos mutuamente a experimentar con nuevos estilos y usar piezas llamativas y valientes. Donde, de alguna manera, sin importar un mínimo a cuántas tiendas fuimos o cuán cansados estuvimos, siempre y en todo momento terminábamos en nuestro lugar preferido de té de burbujas para contar el día y hablar sobre nuestros descubrimientos preferidos.
Conservaré por siempre los regalos que he recibido al intercambiar bultos por correo. El tiempo dedicado a escribir cartas escritas a mano y armar esmeradamente paquetes de ayuda sirve como una expresión de la admiración que tenemos el uno por el otro. El esfuerzo que ponemos en elegir regalos considerados el uno para el otro no procede de la obligación, sino puramente del espíritu de mandar nuestro cariño a kilómetros de distancia.
La vida se mueve tan rápido que en ocasiones es bastante difícil continuar el ritmo. Pero independientemente de lo lejos que estemos el uno del otro, siempre dedicaré tiempo y esmero porque mi relación con todos ustedes es incalculable. Estoy agradecido por la amedrentad sensible que se ha construido entre nosotros. Gracias por extender su guía y continuar a mi lado mientras navego por el sinuoso camino hacia el autodescubrimiento, perdiendo de vista mi sentido de identidad y recuperándolo una y otra vez. Todos ustedes han influido en mi vida de la mejor manera posible y solo continúan desafiándome a florecer en una mejor versión de mí mismo. Tengo tanta suerte de haber crecido con todos y de haberlos visto prosperar más allá de sus dificultades. Siempre seré la animadora en su esquina, apoyando a cada uno de ustedes mientras que persiguen sus aspiraciones. Gracias por ser mis confidentes,
Siempre con amor,